Esta es la historia de cómo el Yoga me descubrió
Esta es la Historia de Cómo el Yoga Me Descubrió,
Y de Cómo Yo Continúo Descubriéndome, Día a Día, A Través de Su Práctica
Acudí a mi primera clase de Yoga Iyengar sin tener ni idea de lo que iba a encontrar, y, por descontado, sin esperar ningún tipo de cambio en mi persona o en mi vida. Durante la clase, me resultaba imposible creer que esa danza, física y dinámica, en la que me sentí inmediatamente absorta tuviera nada que ver con lo que yo entendía por “yoga.” Al salir de la clase, sentía que mi cuerpo había trabajado con una intensidad sin precedentes, y mi mente se sentía completamente cómoda con las circunstancias que me tocaba vivir. Por aquel entonces no tenía ni idea de que esto fuera posible; ni mucho menos que pudiese ser el resultado de practicar una serie de posturas de precisión rigurosa.
Enseguida aprendí que Sri B.K.S. Iyengar es uno de los más renombrados maestros del yoga en nuestros tiempos, cuyas enseñanzas se esfuerzan en popularizar el yoga, acercándolo a la realidad tangible del practicante. Y que su método, el sistema Iyengar, se caracteriza por la precisión, el equilibrio, y la conciencia.
Con el tiempo, mi práctica y mi manera de enseñar se han ido viendo enriquecidas por otros estilos, como Ashtanga, Anusara, Vinyasa Yoga Flow, y Tripsichore, así como por el ejemplo de los maestros excepcionales con los que he tenido la gran suerte de formarme, como Sarah Toward-Choi, Christophe Mouze, Ciara Cullen, Jennifer Lynn, y Edward Clark.
Del mismo modo, mis propias experiencias –bien sobre mi esterilla, en el aula o en mi vida diaria—, también han ido modelando y refinando la esencia de mi práctica y mi visión del yoga. De manera muy especial, mi embarazo y el nacimiento y crianza de mi hija me han ayudado a descubrir retos y limitaciones físicas anteriormente impensables y a expandir mi flexibilidad mental y tolerancia conmigo misma hasta lograr entender esas limitaciones como una oportunidad, no como un impedimento, en mi proceso de crecimiento, dejando atrás exigencias y demandas.
Así, cada mañana, cuando comienzo mi práctica, me adentro en una danza de cambio y transformación en dos tiempos fundamentalmente complementarios:
- El tiempo en que profundizo en las posturas es para mi, momento de reflexión, de introspección y de toma de contacto con mi yo más íntimo; un tiempo en que tomo conciencia de mis límites a cada inhalación, aprendiendo a respetarlos y quererlos; y un tiempo en que expando mis limitaciones, deshaciendo mis resistencias con cada exhalación.
- El tiempo en que fluyo de una postura a la siguiente es momento de encuentro con el mundo que me rodea; con la realidad en la que me desarrollo. Es un tiempo de apertura, de crecimiento, de aceptación y de toma de contacto con mi yo más social.
Entrada por: Anna Pairaló
Formación en Yoga
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